noviembre 24, 2024
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Nadie dominó las Copas del Mundo como Mário Zagallo, fallecido a los 92 años: la legendaria estrella brasileña fue el primero en ganar un Mundial como jugador y entrenador.

Artífice de la consagración del jogo bonito, marca global del espectacular balompié brasileño de entre 1950 y 1970, pocos pueden presumir de haber tenido tanta influencia en las conquistas del preciado trofeo dorado.

El Velho Lobo (Viejo lobo) o El profesor, como le decían sus dirigidos, desempeñó un papel clave en cuatro de los cinco Mundiales ganados por la Seleção.

De pantalones cortos, donde ofició como extremo izquierdo con sacrificio defensivo, una postura moderna para la época, alzó dos Mundiales: Suecia 1958 y Chile 1962, los dos al lado de Pelé.

Ya retirado, condujo desde el banquillo a la que muchos consideran la mejor selección de la historia, aquella que con O rei, Jairzinho, Tostão y Rivelino le dio la tercera estrella a Brasil en México 1970.

Mucho de lo que me ocurrió en la vida y con la Seleção es una deuda que tengo con usted”, le dijo Pelé, fallecido en diciembre de 2022 a los 82 años.

Mário Lobo Zagallo cargado por seleccionados brasileños.
*Formó y vio crecer a los mejores futbolistas.

En el cuarto título brasileño, en Estados Unidos 1994, fue el asistente de Carlos Alberto Parreira al mando de Romário y Bebeto.

Nacido el 9 de agosto de 1931 en una familia de origen libanés e italiano en Maceió, la capital del estado de Alagoas, Mário Jorge Lobo Zagallo comenzó su carrera en el modesto club América de Río de Janeiro, en 1948.

Como miles de compatriotas, lloró cuando Uruguay venció a Brasil (2-1) en la final del Mundial de 1950, en el famoso Maracanazo. Entonces era un soldado asignado a la seguridad del Maracaná, desde cuyas gradas fue testigo de aquel mazazo.

En la final de Suecia anotó el cuarto tanto y asistió a Pelé en el último de la victoria 5-2. En Chile, cuatro años más tarde, y con Pelé lesionado, asumió el protagonismo junto a Garrincha, Didí y Vavá para alcanzar el bicampeonato.

Dos años después de colgar los botines, en 1966, empezó su carrera como entrenador en el Botafogo.

Aunque tuvo un paso laureado por clubes brasileños, fue al mando de Brasil que se hizo inmortal.

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