noviembre 23, 2024
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Por Felipe Vega, fundador y director general de CECANI Latinoamérica, empresa de capacitación de asociaciones civiles y otras figuras no lucrativas

¿Existe realmente una brecha entre lo que se dice y lo que se hace? ¿Están disociadas las prácticas ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) del poder adquisitivo? Contrario a lo que asumimos no es así.

Existe una fuerte relación positiva entre la calificación ambiental y social de una empresa y el rendimiento de las ventas de sus productos en los mercados locales.

Incluso, en algunas economías, por cada aumento de una desviación estándar en la calificación ambiental y social de una empresa, existe un aumento del 9.2% en las ventas el año siguiente.

Esto es cada vez más frecuente en economías desarrolladas en Estados Unidos. Sin embargo, se establece una tendencia ascendente que correlaciona la congruencia entre lo que se dice y hace en sustentabilidad.

Cada vez más, los criterios ESG tienen un lugar más destacado en la mente de consumidores, empresas y responsables políticos por igual. Lo más relevante ahora es que las empresas pueden generar ganancias al mismo tiempo que contribuyen positivamente al medio ambiente y la sociedad. Sin embargo, a pesar de los numerosos estudios académicos sobre el tema.

Aunque el impacto preciso de las iniciativas ESG en el éxito y el valor de una empresa es un tema de debate, la correlación entre la positiva percepción de inversionistas y otras partes interesadas con la contribución que realizan ante iniciativas ESG son cada vez más significativas y puntuales y van desde mayor valoración a aportaciones en la innovación y mejoras en cadenas de suministro, por supuesto.

El Tercer Sector, por su parte, es un actor fundamental en la divulgación y concientización de las iniciativas ESG. Algunas acciones cruciales son:

Transformación y progreso de las comunidades: Las organizaciones sin ánimo de lucro y entidades sociales del tercer sector se dedican a abordar desafíos complejos, desde la educación y la salud hasta la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental.

Alianzas estratégicas con el sector privado: Para lograr un impacto verdaderamente significativo, estas organizaciones exploran la fuerza de las alianzas estratégicas con el sector privado y aprovechan las prácticas ESG como puente entre los objetivos sociales y empresariales.

Innovación y colaboración: A medida que los problemas sociales se vuelven más interconectados y complejos, las organizaciones sin ánimo de lucro se enfrentan a la necesidad de innovar y colaborar en nuevas formas para poder cumplir con su misión.

Financiación y visibilidad: La financiación, la visibilidad, generar un entorno más favorable, y la optimización de recursos, así como la profesionalización de ciertos aspectos de las estructuras organizativas y algunos departamentos, son preocupaciones persistentes en las entidades sociales.

Alianzas integrales: Las alianzas estratégicas pueden ser un acuerdo organizacional que facilita relaciones cooperativas entre múltiples organizaciones, con un grado variable de autonomía e interdependencia, pero en el que todas ellas aportan competencias clave.

Hoy la dinámica del mercado local juega un papel importante, ya que las ventas de productos de una empresa están inversamente correlacionadas con el desempeño ambiental y social de los competidores locales.

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