octubre 15, 2025
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Por Redacción:

Ciudad de México, 15 de octubre de 2025. En un duro revés para la salud pública nacional, México figura entre los países que no han remitido informes actualizados al Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos (GLASS) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según el Informe Mundial sobre la Vigilancia de la Resistencia a los Antibióticos 2025, publicado el 13 de octubre. Esta omisión deja al país en un limbo de datos, impidiendo una respuesta coordinada contra el auge de superbacterias que, a nivel global, causan una de cada seis infecciones resistentes a tratamientos comunes, con un incremento del 40% en la resistencia entre 2018 y 2023.

El informe, basado en contribuciones de más de 100 naciones, revela que la resistencia a 22 antibióticos clave —usados para infecciones urinarias, gastrointestinales, sanguíneas y gonorrea— ha crecido un 5-15% anual, convirtiendo patógenos como Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae en amenazas letales, especialmente en regiones como Asia Sudoriental y el Mediterráneo Oriental. “La falta de datos fiables de países como México agrava la crisis; sin vigilancia robusta, no podemos ajustar tratamientos ni políticas, dejando a millones expuestos a infecciones intratables”, alertó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, en la presentación del documento, que incluye un tablero digital con perfiles regionales pero omite a México por “cobertura insuficiente”.

En el contexto nacional, esta brecha es alarmante: la Red PUCRA de la UNAM estima que el 50% de pacientes en UCI con infecciones graves mueren por bacterias multirresistentes, con un consumo per cápita de antibióticos 25% superior al promedio OCDE, impulsado por ventas sin receta (70% del mercado). “México tiene una Estrategia Nacional de Acción contra la RAM desde 2018, pero su implementación es irregular; no reportamos a GLASS desde 2022, lo que nos excluye de financiamiento global y alertas tempranas”, criticó Samuel Ponce de León, del PUIREE-UNAM, en un foro de la Secretaría de Salud el 14 de octubre. El documento de la OMS señala que casi la mitad de los países aún no envían datos confiables, lo que subestima la carga real: en América Latina, la resistencia a carbapenémicos —antibióticos de última línea— supera el 30% en E. coli.

La presidenta Claudia Sheinbaum, en su conferencia matutina de hoy, reconoció el rezago pero anunció un plan de remisión inmediata: “Invertiremos 500 millones de pesos en 2026 para fortalecer laboratorios en 50 hospitales y enviar datos al GLASS antes de fin de año. La RAM es una pandemia silenciosa; no podemos ignorarla”. La subsecretaria de Salud, Mónica González, detalló que el retraso se debe a “desafíos logísticos post-pandemia”, pero enfatizó el compromiso con el enfoque “Una Salud” —integrando salud humana, animal y ambiental— alineado a la Declaración de la ONU de 2024. La Cofepris, encargada de la vigilancia, reportó un avance en el ReLAVRA+ (Red Latinoamericana de Vigilancia de la RAM), pero admitió que solo el 60% de hospitales públicos cumplen con protocolos de stewardship antimicrobiano.

Expertos como José Sifuentes Osornio, de la Sociedad Mexicana de Infectología, urgen acciones: “Prohibir ventas sin receta, vacunar contra neumococo y usar diagnósticos genómicos podrían reducir un 20% las resistencias. Sin datos a la OMS, perdemos herramientas globales contra brotes como el de Ralstonia en 2025, que mató a 12 en UCI”. La OPS/OMS, en su nota del 6 de febrero de 2025, elogió avances en consumo antimicrobiano en la región, pero instó a México a unirse a la Semana Mundial de Concientización sobre Antimicrobianos (18-24 noviembre). Organizaciones como México Evalúa calculan un costo anual de 100 mil millones de pesos por RAM, equivalente al 0.5% del PIB.

En redes, #RAMMexico viraliza testimonios: “Mi hermano murió por una bacteria que no cedía; ¿dónde están los datos para prevenirlo?”, tuiteó un usuario. Mientras el informe global llama a “intervenciones coordinadas en todos los niveles sanitarios”, México enfrenta un dilema: ¿avanzar con reportes transparentes o perpetuar el silencio que alimenta la resistencia? La OMS lo deja claro: sin acción, para 2050, las superbacterias podrían causar 10 millones de muertes anuales. El tiempo apremia; los datos, más que números, son vidas.

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