septiembre 26, 2025
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Por Redacción:

Ciudad de México, septiembre de 2025 — La inteligencia artificial (IA) no es solo una herramienta de innovación: se está convirtiendo en el recurso más estratégico del siglo. Quien controle su desarrollo y acceso, dominará la economía global. Así lo advierte Óliver Galindo Ávila, abogado especializado en propiedad intelectual y tecnología, quien señala que ese poder ya no está al alcance de todos, sino concentrado en unas cuantas empresas con infraestructura, capital y acceso a datos masivos.

Un informe reciente de la OCDE (2023) reveló que las empresas que integran IA superan significativamente en productividad a las que no lo hacen. Esto no solo abre una brecha económica entre países y empresas, sino que consolida una élite tecnológica capaz de imponer condiciones al resto del mundo.

Una muralla de infraestructura y licencias

El desarrollo de la inteligencia artificial enfrenta hoy dos barreras cada vez más altas: por un lado, la necesidad de infraestructura computacional masiva —como la compra de cientos de miles de GPUs y la construcción de centros de datos a gran escala—, y por otro, el creciente peso de las restricciones legales derivadas de los derechos de autor, que amenazan con hacer inviable el entrenamiento de modelos sin costosas licencias o acuerdos multimillonarios.

Ejemplos de esta concentración abundan. Elon Musk ha invertido cientos de millones en GPUs para su iniciativa xAI/Grok. OpenAI, SoftBank y Oracle construyen Stargate, un mega centro de datos con inversión proyectada de 500 mil millones de dólares, respaldado por la administración Trump.

Al mismo tiempo, la industria enfrenta crecientes demandas por el uso no autorizado de obras protegidas. Anthropic, una de las principales desarrolladoras de IA, acordó pagar 1,500 millones de dólares por el uso de libros en el entrenamiento de sus modelos. El precedente marca un nuevo estándar: entrenar IA con datos protegidos ya no será gratuito.

Durante el Congreso de Yokohama 2025 de la Asociación Internacional para la Protección de la Propiedad Intelectual (AIPPI), una amplia mayoría de países apoyó exigir autorización previa y remuneración por el uso de obras en entrenamiento de IA. Esto podría elevar aún más los costos de entrada y dejar fuera a gobiernos y empresas sin capacidad de inversión masiva.

México frente al riesgo de exclusión

Este nuevo contexto obliga a países como México a tomar decisiones estratégicas con urgencia. Expertos advierten que, sin una política clara de acceso a infraestructura crítica (electricidad, centros de datos y chips) y sin una posición definida sobre el uso de obras protegidas, el país quedará fuera del ecosistema global de IA.

La consecuencia sería clara: pasar de ser jugador a simple consumidor en la economía del futuro. Una nueva brecha productiva se abrirá, y como ocurrió con el oro y el petróleo en siglos anteriores, el recurso clave del siglo XXI —la inteligencia artificial— podría quedarse lejos de casa.

“Si México no toma decisiones audaces en este momento, quedará estructuralmente rezagado frente a las potencias tecnológicas”, señala Óliver Galindo Ávila, abogado con trayectoria en propiedad intelectual y tecnología, quien ha seguido de cerca los cambios regulatorios y estructurales en el desarrollo global de la IA.

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