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Por Luis Martínez Alcántara
Las fake news sobre la gravedad de la salud del Papa corrieron como reguero de pólvora. La noticia era creíble. Francisco, de 88 años, había supuestamente firmado su renuncia debido a problemas de salud, incluyendo una neumonía bilateral y bronquitis asmática.
Esta decisión, decían, había sido confirmada por el Vaticano, que también a su vez informó sobre la delicada condición médica del Pontífice. Las fake news eran creíbles. Lo cierto es que el Papa Francisco, a pesar de su delicada salud todavía sigue al frente de la Iglesia Católica.
Pero haciendo a un lado las especulaciones vale la pena considerar cómo la Iglesia Católica elige los Papas.
Tras la renuncia o muerte del Papa, se declara la “Sede Vacante”, periodo en el cual la Santa Sede queda sin líder. Durante este tiempo, el Colegio Cardenalicio asume la administración de los asuntos ordinarios de la Iglesia, sin tomar decisiones que competen exclusivamente al Papa. El camarlengo, actualmente el cardenal Tarcisio Bertone, es responsable de gestionar los bienes y derechos temporales de la Santa Sede hasta la elección del nuevo Pontífice.
El proceso para elegir al nuevo Papa se lleva a cabo mediante un cónclave, una reunión secreta del Colegio de Cardenales. Este cónclave debe iniciarse entre 15 y 20 días después de que la sede papal quede vacante, permitiendo que todos los cardenales electores lleguen a Roma. Durante este periodo, los cardenales menores de 80 años tienen la responsabilidad de elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica.
El cónclave se celebra en la Capilla Sixtina, donde los cardenales permanecen aislados del mundo exterior hasta alcanzar una decisión. Las votaciones se realizan en secreto, y para que un candidato sea elegido Papa, debe obtener una mayoría de dos tercios de los votos. Si después de varias rondas no se alcanza un consenso, se pueden ajustar las reglas para facilitar la elección.
Una vez elegido, el nuevo Papa es consultado sobre si acepta el cargo y qué nombre adoptará. Tras su aceptación, se anuncia al mundo mediante la tradicional fórmula “Habemus Papam”, y el nuevo Pontífice imparte su primera bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Este proceso asegura una transición ordenada en el liderazgo de la Iglesia Católica.
La renuncia o muerte del Papa Francisco marcará un momento histórico para la Iglesia. Si renuncia por cuestiones de salud será la segunda abdicación papal en los últimos tiempos, después de la de Benedicto XVI en 2013. La comunidad católica mundial ahora espera y hace oración por la salud del Papa Francisco.